A poco de salir de Puerto de la Cruz nos detenemos en el Mirador de San Pedro en La Rambla de Castro, un lugar de impresionante belleza y riqueza. Desde hace siglos en esta zona de la isla existían gran cantidad de viñedos para obtener los vinos de malvasía, muy apreciados en muchos lugares.
Se trata de unos vinos de origen griego, blancos, dulces y de alta gradación, que durante mucho tiempo constituían la principal actividad económica de Tenerife. Hoy, tan solo algunas bodegas conservan y mantienen este viejo legado. Ahora son las plataneras las que ocupan gran parte del suelo productivo de la isla.
A través de la TF-5 dejamos atrás San Juan de la Rambla, interesante población, y la desviación hacia Icod de los Vinos; el objetivo es El Tanque, a unos 30 km desde Puerto de la Cruz, cerca de la Iglesia de San Antonio de Padua, para desviarnos por la carretera a Garachico con fantásticos miradores que nos ofrecen unas vistosas y llamativas vistas.
Precisamente desde estas atalayas todavía se pueden observar algunos restos de la destructora erupción del volcán Trevejo o Arenas Negras ocurrida en mayo de 1706, que arrasó la Villa y el Puerto de Garachico, dejando sepultada gran parte de la localidad.
Durante los siglos XVI y XVII Garachico se había convertido en el puerto comercial más importante de la isla, los navíos zarpaban cargados de vino y azúcar. La erupción de 1706 acabó con esta esplendorosa época, sin duda un horrible y trágico suceso que empobreció la población y alrededores.
En apenas 15 minutos nos situamos en el mirador del Emigrante a la entrada de la Villa, con una excelente panorámica de la población, desde aquí contemplamos al popular islote llamado Roque de Garachico, el espigón conocido como El Infierno, El Caletón, el Castillo de San Miguel, la iglesia de Santa Ana, ……..
La vista desde el mirador es sensacional, llena de impresionantes contrastes, con el azul intenso del mar, las oscuras rocas eruptivas, el colorido de las casas y edificios, la altura de los poderosos riscos de origen volcánico pegados a la costa. La visita merece la pena.
Como vemos en el famoso cuadro del destacado pintor canario del siglo XIX Ubaldo Bordanova, y tal como se describe en un panel informativo situado en el mirador, todavía se aprecian los “dos brazos de lava procedentes del volcán, uno hizo retroceder la bahía y la dejó impracticable para los barcos, con el otro las edificaciones más importantes quedaron destruidas.”
Lo mejor es pasear, recorrer sus calles, contemplar sus edificios. Garachico es una pequeña villa con arquitectura colonial, posee preciosas casonas con balcones y ventanas de madera., todas ellas producen un llamativo escenario de colores diversos. Macetas con plantas, calles empedradas, palmeras, resulta agradable sumergirse y disfrutar de la variedad de monumentos y detalles que muestran el acontecer y su pasado.
Una muestra de lo expuesto es la simbólica Plaza de la Libertad, escenario de múltiples eventos y con una excelente ubicación. Este emblemático lugar pose numerosos árboles y zonas ajardinadas con exóticas plantas, el popular Quiosco de madera y un monumento dedicado a Simón Bolívar.
En realidad se encuentra levantada unos 70 cm por lo que necesitamos subir cuatro peldaños para acceder a ella, rodeada de preciosos y relevantes edificios, como la Casa de Piedra, y a un lado de ella la Iglesia de Santa Ana y en el otro la Glorieta de San Francisco con el antiguo Convento de Franciscano, hoy Casa de la Cultura junto a la Iglesia de Los Ángeles, y el Ayuntamiento.
Por todo ello esta Plaza de La Libertad está considerada como el centro neurálgico de la Villa, siendo además uno de los núcleos más importantes de Canarias, declarada Bien de Interés Cultural, el lugar preferido de vecinos y visitantes.
A pocos metros, en el paseo marítimo que bordea la localidad, encontramos al Castillo de San Miguel, uno de los escasos testigos que lograron librarse de los efectos destructivos de la erupción. Esta pequeña fortificación protegía la entrada a la ensenada donde las naves anclaban al abrigo de los vientos.
Justo al lado se encuentra El Caletón con sus charcos o piscinas naturales habilitadas para el baño, el cual se formó de manera caprichosa e irregular cuando las coladas de lava sepultaron el puerto, hoy convertido en un lugar de paseo y recreo.
Si para entrar en Garachico nos detuvimos en el Mirador del Emigrante, ahora en el otro extremo de esta encantadora Villa nos recreamos con el curioso monumento al Motín del Vino, que representa la respuesta de los lugareños ante los abusos de los ingleses por la explotación del vino. En la placa alusiva leemos: “Una noche de 1666 torrentes de vino corrieron por Garachico ………”
Muy cerca del nuevo Puerto, nos llama la atención el estiloso edificio del antiguo Convento Santo Domingo, hoy hospital residencia de ancianos, con una distinguida fachada, una de las más interesantes de la isla. Por su situación el Convento escapó de los efectos volcánicos de 1706.
Sin duda, la Villa y Puerto de Garachico es uno de los lugares más sugestivos de la isla de Tenerife, y de Canarias, con una magnífica herencia histórico-artística. Es un privilegio pasear por sus calles, charlas con sus gentes y celebrar sus logros. “Glorioso en su adversidad”.
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