Si dispones de tiempo para dedicar dos, tres
días, …….una semana, para visitar y conocer la ciudad de Lisboa, no debes
dudarlo, es un destino que nunca te fallará. Para algunos es un museo al aire
libre, para otros son los tranvías, las calles empedradas, los monumentos; pero
ante todo Lisboa te ofrece historia y cultura, cada rincón, cada esquina y cada
plaza tienen un significado especial.
El 1 de noviembre de 1755, día de Todos los
Santos, la península ibérica entera se estremeció por la enorme sacudida de un
gran terremoto, con una magnitud, difícil de estimar, entre 8,5 y 9 grados en
la escala de Richter. El denominado terremoto de Lisboa tuvo unos efectos
devastadores y es considerado como uno de los mayores desastres naturales de
Europa.
Esta inesperada sacudida tuvo lugar entre
las 9,30 y las 9,40 de la mañana y se caracterizó por su gran duración,
dividida en varias fases, y por su virulencia, originando la muerte a cerca de
100 000 personas. El seísmo fue seguido por un tsunami y un incendio que destruyeron
casi totalmente a Lisboa, convirtiéndola en escombros.
Estudios actuales señalan que el terremoto
tuvo una duración entre tres minutos y medio y seis minutos, produciendo enormes
grietas en el centro de ciudad. Los supervivientes, buscaron desconcertados el
espacio abierto que constituían los muelles y pudieron observar como el agua empezó a
retroceder. Cuarenta minutos después del terremoto, un tsunami con olas de
entre 6 y 20 metros
engulleron el puerto y la zona del centro. En las áreas no afectadas por el
maremoto, los incendios surgieron rápidamente, y las llamas asolaron la ciudad
durante cinco días.
La
mayoría de los edificios de Lisboa resultaron destruidos, a causa del terremoto
o por el fuego, incluyendo palacios y famosas bibliotecas, algunos conservaban
la arquitectura manuelina, distintiva del siglo XVI portugués.
En
Portugal reinaba José I, que accedió al trono portugués a los 35 años de
edad, tras la muerte de su padre, y casi de inmediato dejó el poder en manos
de Sebastião José de Carvalho e Melo, hoy conocido como marqués de Pombal.
Ambos sobrevivieron al terremoto.
Con
el pragmatismo que caracterizó todas sus acciones, el primer ministro comenzó
inmediatamente a organizar la recuperación y el duro trabajo de restablecer una
ciudad destruida. Contrataron arquitectos e ingenieros, y en menos de un año,
la ciudad estaba libre de escombros y preparada para la reconstrucción.
Este
hecho, quizás desconocido para muchos, generó un cambio económico y social en
todo el país y gran parte de Europa, frenando el afán colonialista de Portugal
durante el siglo XVIII. Sin lugar a dudas, resulta interesante conocer la
existencia de este catastrófico impacto natural para así poder entender el
significado de muchas calles, plazas, estatuas, …..y algunos barrios de esta
histórica ciudad.
Los
“edificios pombalinos” se consideran como unas de las primeras edificaciones
construidas para soportar terremotos. La nueva zona céntrica de Lisboa,
conocida como la Baixa
es el ejemplo más representativo.
Dicen las estadísticas que la mayoría de los
españoles utilizamos nuestro vehículo particular para visitar Lisboa, aunque
con el incremento de las compañías “Low Cost” un buen número “aterrizan” en la
capital portuguesa por vía aérea.
Si no llevas mucho equipaje, una vez en el
aeropuerto, puedes utilizar las líneas urbanas de autobuses, muchas te dejan en
el centro. En la misma salida de la terminal de llegada encuentras paradas de
autobús, las líneas 22 y 44 te dejan en Marqués de Pombal, uno de los puntos de
referencia importantes, aunque hay otras. No te sientas tímido y pregunta, la
gente suele ser amable y te indicarán cual es la parada adecuada y la línea que
necesitas. El viaje es cómodo y barato.
Para moverse por la ciudad la Tarjeta Siete Colinas es de
gran utilidad y económicamente recomendable. Cuando se visita una ciudad, hay
un dicho que dice que todo depende de la intensidad de la mirada y ………. ¡¡de la
comodidad del calzado!! …. Lisboa tiene muchas cuestas y es más divertido subirlas
en tranvía.
Se dice que Lisboa es una ciudad para ser
sentida, hay que dejarse llevar por la ciudad. Para empezar, no podemos dudar,
hay que bajar por la Avenida
da Liberdade a Restauradores, caminar hacia Rossio, introducirse al azar en la Baixa y finalmente llegar a la Praça do Comercio, y así
poder conseguir las sensaciones de Fernando Pessoa, uno de los más importantes
poetas y escritores en lengua portuguesa, ”….la Baixa
empieza entorpecida y el sol nace como que lento. ……No abrieron todavía las
tiendas, salvo las lecherías y los cafés, pero la calma no es de torpor, como
la del domingo; es sólo de reposo. Un
vestigio dorado se antecede en el aire que se revela, y el azul se ruboriza
pálidamente a través de la bruma que deshilacha. El comienzo del movimiento
rarea por las calles, se destaca la separación de los peatones, y en las
escasas ventanas abiertas, altas, madrugan también las apariciones. Los
tranvías inscriben en el aire su chapa móvil amarilla y numerada. Y, de minuto
a minuto, sensiblemente, las calles se desdesertizan. …..”
En la Plaza del Comercio destacan dos puntos de
especial interés, la estatua ecuestre de José I y el Arco Triunfal da Rua
Augusta, la calle más importante de La
Baixa , que es un barrio muy comercial y durante el día tiene mucha animación; y que fue reconstruido tras el terremoto, con un estilo clásico
y calles geométricas.
A pocos pasos de Rossio localizamos la Plaza da Figueira, donde está
la estatua ecuestre de Juan I, y frente al cual se ubica la confitería más
antigua de Lisboa, la Confeitaria Nacional.
Es casi obligado detenerse a probar su Bolo Rei, de receta secreta.
La segunda cita es subir al Barrio Alto,
para ello puedes utilizar el Elevador de Santa Justa, que comunica la Baixa con la parte alta del
Chiado. Al igual que los tranvías no es sólo un medio de transporte, también
forma parte de la identidad histórico-turística de la ciudad. Se inauguró el 10
de Julio de 1902 y fue acogido con entusiasmo por los habitantes de Lisboa,
pues suponía una comunicación directa entre la parte alta y la baja de la
ciudad. Tiene 45 metros
de altura y su estructura metálica recuerda a Eiffel, en realidad fue diseñada
por un seguidor del famoso arquitecto francés. Desde el mirador de Santa Justa
podemos apreciar unas excelentes vistas de la plaza del Rossio y la Baixa.
Otra opción es ascender en el Elevador da
Gloria, desde la Plaza
de los Restauradores hasta el Miradouro de Sao Pedro de Alcántara, donde
relajadamente se puede disfrutar de una hermosa panorámica, con la colina del
Castillo de San Jorge al fondo, el Tajo y la Baixa.
El Barrio Alto es un lugar diferente, ideal
para perderse, mirando las tabernas, las fruterías, la ropa tendida en los
balcones, las casas de fados, los ultramarinos, ………. arriba y abajo, una y otra
vez ……., sin un orden preestablecido. Luego
bajar caminando por el Chiado, un barrio elegante y bohemio. La
Plaza Luis de Camoes, uno de los escenarios
de la Revolución
de los Claveles, marca el límite con el Barrio Alto, es un lugar para sentarse
y contemplar. Si tienes tiempo acércate al Largo do Cormo, un rincón con
encanto. Si
bajas por la Rua Garret
puedes encontrar algunas de las mejores tiendas, numerosos restaurantes y bares
tradicionales.
Debes tener en cuenta, ………. en Lisboa el
orden de los factores no altera el producto.
Cuando se prepara un viaje se analizan las
diferentes opciones que la ciudad, la región o el lugar te pueden ofrecer. Si
te encanta visitar museos, Lisboa te ofrece varias posibilidades (Nacional de
Arte Antiguo, Carruajes, Arqueología, museo del Azulejo,.... ); pero
si es la primera visita debes conocer que toda la ciudad se exhibe como un
atrayente e histórico museo al aire libre.
Para subir al Castillo de San Jorge resulta
casi obligado coger el mítico tranvía 28 en las proximidades de la Plaza del Comercio. Existe
una leyenda o una historia popular que seguramente habrás oído en otros
lugares, ………… después de haber contemplado las vistas desde el Castillo y
sentido el peso de su historia, ya se puede morir tranquilo.
Después de un corto y confortable paseo, puedes acercarte a una de las joyas emblemáticas y simbólicas de todo el país,la Torre de Belem, merece la
pena detenerse y contemplar pacientemente sus balcones venecianos, evocaciones árabes,
influencias góticas, filigranas de piedra, entre otros recursos estilísticos,
plasmado todo en el arte más característico de nuestro país vecino, el
manuelino.
La Plaza del Marqués de Pombal,
ubicada entre la Avenida
da Liberdade y el Parque Eduardo VII, es el centro de la Lisboa moderna. Sin duda,
es una buena zona para alojarse, por su tranquilidad y buena comunicación con
el resto de la ciudad. Bajar o subir por la Avenida da Liberdade desde o hacia La Baixa es un relajante paseo
que merece la pena, y si se dispone de tiempo también se puede dar una vuelta
por el Parque Eduardo VII, el más extenso de Lisboa, donde se encuentra la Estufa Fría , un interesante
jardín botánico.
En el centro de la plaza encontramos un monumento al Marqués de Pombal. La estatua representa al ilustre y despótico gobernador de Lisboa entre 1750 y 1777, junto con un león, el símbolo clásico del poder.
Después
de la visita puedes acercarte hasta el
mirador de Santa Luzia, para tener una imagen del barrio de Alfama con el río
al fondo.
La bajada desde aquí resulta cómoda, y se
puede hacer una parada en la Sé ,
la Catedral
de Lisboa. En un momento te encontrarás de nuevo en la Plaza del Comercio y
recorriendo las calles de la
Baixa.
Después del centro de la ciudad, el
Monasterio de los Jerónimos, la
Torre de Belem y el monumento a los Descubridores son el
complemento turístico más visitado de Lisboa, y representan a la época de máximo
esplendor de Portugal. Un recorrido por esta zona resulta inexcusable. Lo más cómodo
es coger el tranvía 15 en la
Plaza del Comercio pues Belem se encuentra a 5 km al oeste del centro histórico.
El Monasterio de los Jerónimos es un enorme
y grandioso edificio diseñado en estilo manuelino, tan popular en Portugal, y construido
para celebrar el afortunado regreso de la India de Vasco de Gama. Destacan los portales
principal y lateral, el interior de la iglesia y el magnífico claustro.
Después de un corto y confortable paseo, puedes acercarte a una de las joyas emblemáticas y simbólicas de todo el país,
Paseando por los jardines del área de Belem
y el monumento a los Descubridores, a la orilla del río, hay que sentarse antes
o después en un banco o en el césped, para observar a las personas que van y
vienen y descansar, para luego hacer la cola de turno en la Casa dos Pasteis, un edificio
decorado con azulejos, y así poder saborear los típicos pastelitos de Belem, una
agradable pincelada de dulce para poner fin a la visita.
En el centro de la plaza encontramos un monumento al Marqués de Pombal. La estatua representa al ilustre y despótico gobernador de Lisboa entre 1750 y 1777, junto con un león, el símbolo clásico del poder.
escueto pero interesante recorrido
ResponderEliminarEs cierto, una ciudad como Lisboa se merece mucho más. La visita a esta histórica y encantadora ciudad nunca defrauda
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