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lunes, 21 de mayo de 2018

Menorca: La magia de los contrastes



   Quizás debamos agradecer a las gentes de esta isla el hecho de poder disfrutar sus maravillosos encantos, manteniendo con orgullo el lema de “sosiego antes que fama”, donde la naturaleza y la tranquilidad han ganado la batalla a la masificación.



   Descubrir todos sus tesoros resulta realmente una excitante aventura, pues a pesar de su reducido tamaño nos ofrece innumerables atractivos, por lo que si no disponemos de mucho tiempo resulta imprescindible seleccionar. En 1993 la isla de Menorca fue declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco, por sus condiciones medioambientales excepcionales. 



   Podemos empezar por Ciudadela y “las calas deseadas”. Desde el Arenal de Son Saura hasta Cala Trebalúger se localiza una zona de acantilados casi uniformes que dejan contemplar numerosas y diminutas playas de arena blanca, formadas a partir de torrentes con aguas de color azurita – turquesa, cerca de las sombras de pinos volcados al mar, encinares y olivos silvestres.



   En las proximidades de Macarella, Cala Turqueta y Son Saura se han habilitado aparcamientos gratuitos para dejar los vehículos, y luego caminar unos 15 – 30 minutos hasta llegar a estas concurridas playas. Alquilar un vehículo suele ser la mejor opción para poder visitar los encantadores y recónditos rincones.


   Durante los meses de verano, a la salida de Ciutadella , en la rotonda de acceso a las estrechas y sinuosas carreteras que conducen a estas playas tenemos indicadores que nos informan si están llenos o si existen plazas para aparcar. Un detalle interesante.



   Otra manera de recorrer estas calas, recomendada si se dispone de tiempo, es a través del Camí de Cavalls. Menorca posee una historia llena de sobresaltos, desde hace bastantes años, como defensa, se abrieron senderos que recorrían la costa para vigilar la posible aparición de buques. Hace algún tiempo los itinerarios han sido recuperados y señalizados como GR 223.



   Este itinerario puede realizarse por tramos y permite descubrir bellos y placenteros lugares, pudiendo combinar la caminata con el chapuzón en lugares impensables. Ciertamente esta isla ha sabido conservar su encantador paisaje, sus aguas cristalinas y sus innumerables atractivos, alejando los complejos turísticos de sus salvajes playas. El Cami de Cavalls abarca casi 185 kilómetros de costa.



   A nivel turístico, el enclave más importante es Cala Galdana, dentro del municipio de Ferreries, con una interesante infraestructura de hoteles, apartamentos, chalets, restaurantes, …….. que no han conseguido transformar su particular encanto natural. Una concurrida playa incrustada entre pinos y acantilados, que se puede contemplar desde diferentes atalayas que bordean el lugar.



   Es evidente que no nos hemos olvidado de la elegante Ciutadella, da gusto pasear por sus estrechas y cautivadoras callejuelas en presencia de numerosos palacios y casonas. Es cierto que parece atesorar cierto aire señorial al disfrutar de sus estilosos rincones, llenos de un singular sosiego. Esta ciudad fue capital insular hasta la invasión inglesa de 1714.



   El casco antiguo de la seductora Ciutadella es un lugar muy transitado, agradable y con mucho encanto. No debemos perdernos el breve recorrido por la angosta y porticada calle de Ses Voltes, oficialmente J.M. Quadrado, que desemboca en la plaza de la Catedral.



   Estamos en el centro comercial de la ciudad con todo tipo de tiendas, cafeterías y abundantes pastelerías, una provocación para los particularmente glotones. Hasta llegar a la Plaza Es Born, una espaciosa explanada con un peculiar obelisco en el centro, alusivo a la invasión turca de 1558, y el edificio del Ayuntamiento entre muchos otros.



   A pesar del incremento turístico de los últimos años Menorca conserva, con gran esfuerzo, su vieja tradición ganadera. A la salida de Ciutadella, dirección norte, podemos coger un sinuoso camino asfaltado que nos conduce hasta el Faro de Punta Nati, el objetivo es poder contemplar las barracas o barraques de paret seca.



   Estos espectaculares torreones redondos piramidales han sido construidos utilizando la técnica de piedra en seco, colocando de manera experta las piedras irregulares sin usar masa o mortero. Las siluetas de estas grandiosas “barraques”, que sirven de cobijo a rebaños de corderos, representan un admirable legado de los hombres del pasado, sin duda un estimable patrimonio etnológico.



   Menorca, como la mayoría de las islas, está llena de contrastes, así la escabrosa y agreste costa del norte nos ofrece un perfil más rudo, donde la acción del viento muestra sus efectos. En efecto, la tramontana o viento del norte suele soplar con fuerza torciendo las siluetas de los árboles, configurando y esculpiendo el paisaje, dándole unas formas distintas con un encanto que también cautiva.



   Desde Es Marcadal, una interesante población en el centro de la isla, a través del Carrer de Tramuntana podemos acceder a las principales playas de la Costa Norte. En esta ocasión seguimos los carteles de Cala Pregonda y Platja de Binimel.lá. Se trata de una carretera sinuosa pero en buen estado, con la excepción del último tramo que es una ancha pista de grava. En total unos 11 km hasta llegar al parking de Binimel.lá.



   En este trayecto, como en toda la isla, llaman la atención los peculiares muros de piedra que bordean todos los caminos y carreteras, en algunos casos de gran altura. Al igual que las barracas forman parte de la ´arquitectura de paret seca`, construidos únicamente con piedras y rocas para proteger los campos de los fuertes vientos. 



   La intención es llegar a Cala Pregonda, otro de los paraísos más apreciados de la isla. Su arena entre dorada y rojiza, las aguas azules y cristalinas, los prodigiosos contrastes y un entorno natural tan particular generan un espacio singular y exclusivo. Está ubicada en una zona protegida como Área Natural de Especial Interés.



   Desde la zona de aparcamiento hasta la Cala unos 30 minutos de caminata a través de una senda de unos 2 km, donde no encontraremos sombra alguna por lo que en los meses de verano es preciso madrugar evitando las horas centrales. Sin lugar a dudas merece la pena, y el baño en Pregonda una gozada.



   No muy lejos de Pregonda se ubica el Cap de Cavallería y su simbólico faro dentro de un llamativo e insólito paraje natural, tiene algo de misterioso e imaginario y al mismo tiempo es excepcionalmente atractivo. Más al oeste Fornells, pueblo de pescadores que aún guarda su vieja imagen, con su extensa bahía y un encantador paseo marítimo. En ambos casos debemos retroceder hasta encontrar la ruta adecuada.



   También resulta interesante dar un paseo por las pequeñas poblaciones del interior, así entre Mercadal y Alaior apenas supone 15 minutos en coche. Edificada alrededor de la antigua colina de Ihalor, cuna del conocido Queso de Menorca, popular por la fabricación de calzado y bisutería, …..y por sus ensaimadas, Alaior merece una acogedora visita.



    Y a 12 km Mahón, Maó para los lugareños. La capital de Menorca está asentada sobre un acantilado, y desde su casco antiguo se tienen magníficas vistas del atareado puerto. Es evidente que estamos en una isla llena de contrastes. Maó y Ciutadella son muy diferentes.



   En Maó predomina el aire inglés en la mayoría de sus calles y edificios, con casas de estilo británico, y posee uno de los puertos naturales más grandes con cerca de 5 km de longitud, un lugar estupendo para el paseo y sentarse frente al mar.



   La iglesia de Santa María se encuentra en la céntrica plaza de la Constitución, muy cerca del Ayuntamiento, más abajo el Mercat de Pescados en la plaza de España donde concluye la cuesta de Ses Voltes, y luego la plaza del Príncipe con la iglesia del Carmen. Son algunos de los lugares habituales y conocidos de la capital de Menorca.





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