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martes, 29 de abril de 2014

Ibiza en primavera



   En el Mediterráneo casi todas las islas son como un estimulante regalo de la Naturaleza, y tuve la suerte de conocer Ibiza y Formentera en primavera para poder apreciar los maravillosos contrastes entre la tierra, llena de colores, el cielo y el mar.


   Junto con los numerosos pequeños islotes que las adornan se conocen con el nombre de Islas Pitiusas “islas de pinos”, así las llamaron los griegos, pues Pitys significa pino en griego. Sus frondosos bosques de pino mediterráneo se extienden por campos y montañas, y caracterizan el paisaje de estas islas.
   He leído que cualquier visita o ruta por la isla de Ibiza debe tener su punto de partida en su capital, Eivissa. Esta bonita ciudad suele recibir al viajero con el mismo entusiasmo y especial magia que sedujo a los fenicios, los cuales según cuentan los historiadores la fundaron en el año 654 a.C.



   Lugar estratégico en las rutas marítimas por su cercanía a la Península Ibérica y a las costas africanas, con un puerto resguardado, de fácil acceso y con una amurallada colina para protegerlo de posibles ataques, supuso un especial atractivo para romanos, árabes, catalanes y castellanos. Debido al interés defensivo de todos los conquistadores, hoy podemos observar una impresionante fortaleza con unas murallas construidas en el siglo XVI para proteger la ciudad de los piratas y de los otomanos, declarada Patrimonio de la Humanidad.


   La vista y el pensamiento te conducen y te llevan a la parte alta, a la cima de la colina. Detrás del Mercado Viejo se encuentra el Portal de ses Taules, la entrada habitual al recinto amurallado de Dalt Vila, adornada con dos estatuas romanas. El nombre hace referencia a “las taules” unas maderas que servían de puente levadizo para defender la ciudad.



   Nos introducimos en un ambiente medieval de calles empedradas, palacios, torres, monasterios, hasta llegar a la plaza de la Catedral, en la cima de la colina. En la subida tomamos un respiro en uno de los baluartes que circundan el recinto amurallado, el de Santa Llúcia, con una vista que te llena y seduce, contemplando la gran actividad del puerto, aquí se cruzan yates de lujo, barcos de pasaje, mercantes y los tradicionales llaüts.


   El mirador del Rey Jaume I se encuentra al lado de la Catedral y la Casa de la Curia, un edificio del siglo XIII que en su día albergó los primeros tribunales de la isla de Ibiza, ahora se ubica una oficina de Información y Turismo. Sin duda es uno de los mejores sitios para pararse a descansar y disfrutar de unas vistas privilegiadas de Ibosim, Ebusus, Yebisha, Eivissa, Ibiza, distintos nombres para una ciudad que en la actualidad es “la Vila”, como la llaman los lugareños.


   La Catedral fue iniciada en el siglo XIV y reformada en el XVIII adoptando un estilo barroco, su fachada es severa y sobria, con robustos contrafuertes. Posiblemente llama más la atención desde lo lejos, en la cima, dominante, que en las distancias cortas.


   Para concluir el recorrido por la parte alta de la Vila debemos detenernos en los baluartes de Sant Jordi y Sant Jaume, y apreciar, desde la altura, la suavidad de la mayor de las Pitiusas, salpicada por casas blancas y aisladas, pinos, higueras, almendros, ……con el mar siempre presente.



   Desde la colina se desciende por calles empinadas, antes de salir por el Portal Nou. Una vez abajo, junto al puerto, el barrio de la La Marina, merece la pena recorrer el casco urbano y conocer las zonas céntricas como el Paseo de Vara de Rey o la Plaza del Parque, con numerosos bares y tiendas.
   Durante la primavera, la floración de diferentes especies de plantas tiñe los campos de vivos colores y perfuma el aire de la isla con variadas fragancias. En la época menos turística, lejos de los calores del verano, la naturaleza te da una respuesta inesperada llena de vida.


      Al poco tiempo de llegar te sorprende que la mayoría de los pueblos tienen nombre de santo o de santa, y surge la curiosidad. No parece existir una respuesta clara, quizás la propia historia de la isla ofrezca la mejor explicación.
   Las gentes de Ibiza, desde el principio de los tiempos, solían vivir repartidas por toda la isla, con sus terrenos, casas y huertos, con una economía de subsistencia y ajenos a los avatares del mundo exterior. Pero las incursiones de piratas cambiaron su forma de vida y marcaron profundamente a la población.



   Entre los siglos XIV y XVIII los habitantes de Ibiza vivieron bajo el acoso y asedio continuo de los piratas, que saqueaban sus huertos y casas, se aprovechaban de las mujeres y llevaban a los jóvenes como esclavos. Con la idea de defenderse de estos ataques, se asentaron en torno a las iglesias, las cuales asumieron otra función que no era puramente eclesiástica, y sus gruesos muros supusieron un excelente cobijo para los ibicencos que incluso colocaban cañones sobre los tejados planos de estos edificios. Por este motivo los pueblos de Ibiza tienen sus blancas iglesias rurales, algunas encaramadas en lo alto, cuyas campanas convocaban en otra época a misa a los lugareños desperdigados por la zona. De aquí salen los nombres de la mayoría de los pueblos de esta isla. 


   Un recorrido en coche te hace ver que históricamente las casas del interior de Ibiza han estado diseminadas, con una arquitectura rural de paredes gruesas, ventanas estrechas, tejados planos, escaleras de yeso y encaladas de blanco. Una forma inteligente de descubrir esta parte más oculta de Ibiza es seguir la ruta de estas iglesias, encontrarás tanto para ver y disfrutar como en la costa.



   Muchas cosas tuvieron que cambiar y se realizaron numerosas construcciones defensivas, destacando los numerosos torreones ubicados en puntos estratégicos del contorno costero, la mayoría de los cuales se conservan en la actualidad.



   Dicen que Ibiza tiene fama en todo el mundo, sobre todo porque a partir de los años 60 se convirtió en uno de los refugios del movimiento hippy, y en ese ambiente desbordante de libertad y desenfado se fue generando una forma diferente de entender la vida, que hoy todavía se mantiene pero a pequeña escala y no de manera permanente; pero sigue siendo una gran desconocida con plácidos lugares y encantadores parajes rodeados de árboles, flores y naturaleza.



   En la zona este, Santa Eularia des Riu es ineludible para los visitantes, con una interesante muestra de arquitectura tradicional, un romántico paseo marítimo y su conjunto histórico, el Puig de Missa, una colina que mira al mar en cuya cima se encarama su templo fortificado, una estilizada y bella iglesia del siglo XVI. Desde aquí hay unas agradables vistas sobre la desembocadura del único río de la isla.


   Santa Eularia es el segundo municipio de la isla y además de su costa nos ofrece campos llenos de vida y pueblos pintorescos con mucho encanto como Sant Carles de Peralta, Santa Gertrudis de Fruitera y Jesús, con iglesias encaladas y un especial ambiente rural.
   En Ibiza hay muchos caminos acondicionados para pasear en bicicleta o para los aficionados al senderismo. Estos itinerarios nos permiten recorrer por lugares alternativos, descubriendo calas, playas y una naturaleza única.



   Desde Santa Eularia existe una ruta bordeando la costa hasta llegar a cala Martina y Punta Arabí, en Es Canar, entre rocas y pinos, atravesando algunas calas y playas, de una hora y media, que en un día claro nos engancha por su belleza y su luz. Es que en esta isla se mantiene virgen gran parte de su territorio. Pasear por algunos lugares es un lujo que a veces no se valora.
   Al lado de la carretera, llegando a Sant Carles de Peralta, tenemos una cita obligada, una parada en la ruta hacia las playas del norte, es el mercadillo hippy de las Dalias que todos los sábados abre sus puertas. Además del buen ambiente y su cuidada distribución se suman una gran variedad de tenderetes de ropa, bisutería, pareos, artesanía, y mucho más.


   De nuevo en ruta para acercarnos a Pou des Lleó en la península de Es Cap Roig, atravesar la playa y después de dejar el coche al lado de un restaurante seguir unos 700 metros por un camino de tierra, pasando al lado de unas parcelas labradas, hasta llegar a la Torre d’en Valls o de Campanitx. Desde aquí una fantástica vista de la isla privada de Tagomago, en medio de un entorno de pinos y sabinas, con el mar al fondo, ……….un precioso contraste.



   Es preciso coger el mapa para ubicarse, estamos al norte, zona serrana, carretera sinuosa con bosque a ambos lados, uno se da cuenta que la isla atesora un valioso patrimonio botánico y animal. Nos acercamos a Cala Sant Vicent, un atractivo enclave turístico, luego Sant Vicent de Sa Cala, un pueblecito de ambiente familiar con su iglesia encalada y sin adornos, del siglo XIX.



   Un poco más allá Sant Joan de Labritja, uno de los centros hippies de la década de 1960 que todavía conserva algunos detalles de aquel ambiente desenfadado. El municipio posee atractivas calas como la de Benirrás, cerca del Port de Sant Miquel, en medio de un frondoso bosque y con un llamativo islote en medio de la bahía. Más al norte Portinatx, con un litoral de gran belleza.



   Esta zona norte tiene un especial carácter rural donde se encuentran olivos milenarios, llamativas higueras, sabinas espectaculares, flora multicolor, halcones, liebres, lagartijas verdes azuladas protegidas (Podarcis pityusensis), …….. en medio de llamativas mansiones ubicadas en lugares inhóspitos.
      En la costa oeste destaca la población de Sant Antoni de Portmany. La historia cuenta que su bahía ya era utilizada como puerto por los romanos. Los piratas berberiscos también hicieron acto de presencia por esta zona como demuestra la torre de defensa adosada a la iglesia fortificada.



   Unos minutos antes del atardecer, mucha gente en Sant Antoni se moviliza para encontrar un buen lugar para despedir el día y contemplar la puesta del sol. Actualmente es uno de los principales centros turísticos de la isla.


   Muy cerca Cala Salada, donde los pinares se juntan con la arena, conserva cierto aire marinero por sus tradicionales varaderos para guardar las lanchas. Un lugar bastante popular, con aguas transparentes, que merece la pena conocer.


   Bordeando la costa, a pocos kilómetros al sur de Sant Antoni, Cala Comte es una playa con rocas y arena blanca, encantadora, con unas aguas de un azul que te iluminan. Desde aquí se contemplan los islotes de Es Bosc, Sa Conillera y S’Espartar, muy cerca del litoral. Al fondo se divisa la Torre d’en Rovira, una más en alerta ante la amenaza de piratas.



   Desde aquí siguiendo hacia el sur, pasando por Cala Tarida y Cala Vedella hasta llegar a Cala d’Hort, una zona muy turística pero con pequeñas playas escondidas y singulares parajes que te invitan a pasear y descubrir el entorno. La idea es llegar hasta uno de los símbolos más representativos y conocidos de Ibiza, los islotes de Es Vedrá y Es Vedranell, que apenas distan dos kilómetros de la costa.


      Es Vedrá es una roca de 382 m. de altura que parece emerger del mar para bañar todo el litoral, su altura casi alcanza la de Sa Talaia de Sant Josep, el monte más elevado de la isla; y Es Vedranell mucho más pequeña parece esconderse a su lado. Aquí anidan muchas colonias de aves. Se llega desde la carretera que une Es Cubells y Cala d’Hort, donde empieza un camino que en apenas 15 minutos alcanza la Torre des Savinar. Observar Es Vedrá desde lo alto del acantilado genera una extraña sensación, estos islotes son protagonistas de muchas leyendas.


   La mayoría de las playas de Ibiza son calas de arena como la emblemática Ses Salines, donde en verano se citan famosos y gente de todas las tendencias. Debe su nombre a unos estanques cercanos a la playa, aquí desde hace siglos se deseca el agua del mar para obtener sal, es además un Parque Natural protegido que atrae a centenares de aves migratorias.



   Muy cerca Sa Caleta, un acogedor rincón que te llena de sosiego, con sus varaderos tradicionales, rodeado de pinos y sabinas, al lado del lugar donde posiblemente se establecieron los primeros pobladores de la isla, fenicios, en el siglo VII a. C., como demuestran los restos encontrados en un yacimiento próximo, declarado Patrimonio de la Humanidad.



   Dicen que la verdadera magia de Ibiza radica en su capacidad para adaptarse a todo tipo de personas. Esta pequeña isla mediterránea atrae a aventureros, familias en busca de descanso, jóvenes de fiesta, parejas, ………  Parece ser que entre calas pérdidas, pueblos encalados y una naturaleza que te llena y atrae, existe una Ibiza para cada viajero.







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