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viernes, 17 de enero de 2025

Monasterios de Meteora – Kalambaka, Grecia

 

   Situados en el norte del país, muy cerca de la ciudad de Kalambaka en el amplio valle del río Peneo, los Monasterios de Meteora deben su nombre a la palabra de origen griego meteora, que significa suspendido en el aire. 


   En la actualidad despiertan gran interés e inquietud en el espíritu de los viajeros y se ha convertido en uno de los destinos turísticos más visitados de Grecia. 


   Precisamente estos Monasterios se singularizan por estar asentados en la cima de cúspides de piedra, en la cresta de espectaculares montañas grisáceas y oscuras. Realmente algunos se encuentran ubicados en acantilados que superan los 600 m de altura.


   El contraste con los vistosos paisajes que los envuelven generan un escenario muy particular, un lugar extraordinario y mágico. Patrimonio de la Humanidad desde 1988.


   En la ruta de unos 10 kilómetros que une el monasterio de San Esteban hasta el Gran Meteoro, hay diversos lugares panorámicos para disfrutar de espectaculares vistas con edificios asentados en las cimas de las agujas, son los otros cuatro monasterios: Santísima Trinidad-Agias Triadas, Roussanou, Varlaam y a lo lejos San Nicolás Anapafsas.


   El más alto es Megalo Meteoro conocido como el Gran Meteoro, pero suele llamar la atención el monasterio de Roussanou por su impresionante ubicación y su llamativa iglesia. Un conjunto de cenobios o conventos donde se combinan la espiritualidad y la sensación de paz de la naturaleza.


   No se conoce con precisión cuando ´los primeros ermitaños cristianos ortodoxos` empezaron a establecerse en cuevas formadas en estos peculiares promontorios calizos, aunque se afirma que en el siglo IX ya existían algunas cuevas habitadas. Apartarse del mundo terrenal era la forma de vida de aquellos monjes.



   Debido a las incursiones turcas durante el siglo XIV, muchos monjes se vieron forzados a trasladarse a este lugar huyendo de luchas y disputas, y buscando cobijo entre las rocas de Meteora. Se accedía a los monasterios a través de escaleras desmontables, algo que les permitía estar totalmente aislados y protegidos.



   En este valle del norte de Grecia, los montes son peñascos solitarios que culminan en un recinto monacal, accesible hasta no hace mucho por vertiginosas escaleras talladas en la roca o por inestables e inseguros montacargas accionados manualmente o con la ayuda de mulos.


   En realidad llegaron a construirse 23 o 24 monasterios, de los que tan solo quedan 6 preparados y abiertos a los visitantes. Se cuenta que en el siglo XIX muchos estaban bastante deteriorados y desmantelados. Posteriormente durante la Segunda Guerra Mundial la mayoría quedaron destruidos.


      Hay autobuses que salen del centro de Kalambaka y Kastrati hasta los monasterios. También se puede subir en taxi. Unos 5 km. Para los más atrevidos es posible acceder a pie por diversos antiguos senderos, entre árboles y rocas verticales, consiguiendo unas panorámicas únicas mientras se va enlazando un monasterio con otro, pero lógicamente es preciso tener tiempo y una buena información para realizar esta experiencia.



   La difícil accesibilidad es un encanto añadido. En la actualidad, se puede llegar a ellos cómodamente a través de una carretera y se ha mejorado el acceso mediante escaleras talladas en la piedra. Dependiendo del monasterio es preciso subir unos 300 escalones hasta la entrada principal. Los visitantes pueden recorrer las estancias de estos monasterios ortodoxos que aún siguen activos después de siete siglos.


   Efectivamente están abiertos al público, pero en diferentes días de la semana y con horarios reducidos. Vale la pena organizar bien la visita para poder conocer el mayor número posible. En todos piden al visitante que no vaya con pantalones cortos ni muestre los hombros. Las mujeres no pueden entrar en pantalones, aunque sean largos, pero en las entradas hay colgadas unas faldas tipo delantal para poner por encima,…. o puedes usar un fular largo.


   Cada uno tiene su propia historia y, por tanto, su propia singularidad. Muestran una lujosa, cuidada y bien conservada zona interior. Lógicamente destaca la iglesia principal o katholikón, adornada con frescos bizantinos y con los iconos tradicionales de los cristianos ortodoxos. Allí los fieles encienden sus estrechos y alargados cirios para hacer sus ofrendas y plegarias, como símbolo de fe y pureza. 


   Pero sin lugar a dudas lo más impactante es su ubicación, un lugar que parece desafiar las leyes de la naturaleza por el asentamiento de los cenobios o conventos suspendidos entre el cielo y la tierra, desde lo alto de los acantilados las vistas panorámicas del valle son impresionantes haciendo de este rincón un destino imperdible para quienes buscan paisajes fuera de lo común. Una postal única.




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