Es la isla más cercana al continente africano de todo el Archipiélago Canario, tan solo unos cien kilómetros. La costa oriental posee abundantes playas y dunas alimentadas por los insistentes vientos procedentes del Sáhara. Su espléndido litoral de arena dorada llama la atención.
Desde la Playa del Pozo, al norte cerca de Corralejo, hasta el Faro Punta de Jandía, en el remate sur, la distancia supera los cien kilómetros. Estamos ante la segunda isla más extensa de las Canarias, declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco.
A parte de estos pequeños detalles que pueden servir de introducción en esta mi primera visita a la isla ´majorera`, he podido percibir singulares detalles, parece conservar su propia identidad y una agradable impresión de remoto y seductor aislamiento.
Desde cualquier centro turístico resulta bastante sencillo explorar y descubrir la isla de Fuerteventura. El viento ha conseguido moldear los arcaicos y milenarios conos y restos volcánicos, conformando un paisaje sobrio, austero, primario y carente de zonas pobladas, en el que sobresalen los elementos geológicos por encima de las escasas plantas debido a la carencia de agua.
Es posible que los dos enclaves turísticos más relevantes de la isla sean Morro Jable, al sur en la península de Jandía, y Corralejo al norte. Sin despreciar en ningún instante a la capital, Puerto del Rosario, anteriormente conocida como Puerto Cabras, y otras interesantes localidades como Caleta de Fuste, Betancuria, El Cotillo, Gran Tarajal, Pájara, …………
Corralejo, antigua aldea de pescadores, se ha convertido en un lugar concurrido con abundantes tiendas y restaurantes. Posee muchos recursos para los aficionados en las diferentes versiones de surf, los arenales y el fuerte oleaje del norte de la isla la han convertido en un destino deseado para los que disfrutan encima de la tabla, uno de los más apreciados de Europa.
Además sus hermosas playas coexisten con fascinantes campos de dunas que poseen la distinción de Parque Natural, un enorme terreno que parece arrancado del desierto del Sáhara.
Desde aquí resalta el contorno de la isla de Lobos, otra reserva natural. Merece la pena visitarla tras una breve travesía en barco. Se necesita permiso. Desde Corralejo también podemos conectar por Ferry con la vecina y cercana Lanzarote.
En algo más de 20 minutos en coche podemos acercarnos a El Cotillo, un pequeño y tranquilo pueblo de pescadores. El Faro del Tostón y los arenales blancos de La Concha, Los Lagos, Los Charcos o la Caleta del Marrajo completan los atractivos de este lugar tan seductor del norte de la isla.
Formidable enclave para disfrutar de la apetitosa gastronomía canaria, una delicia poder saborear una parrillada de pescado fresco a la brasa, acompañada de las peculiares papas arrugadas con mojo, contemplando las olas del inmenso Atlántico. Sin lugar a dudas un genial complemento para completar la visita de estos plácidos rincones.
Las pequeñas poblaciones del interior son menos turísticas pero casi todas con singularidades y tradiciones de un pasado difícil dentro de un ambiente adverso, seco y caluroso. Existen respuestas y soluciones llenas de imaginación, delicadeza y esfuerzo. En Villaverde, los numerosos muretes de piedra y las paredes encaladas de las casas se asocian con las siluetas de los vistosos molinos ubicados en la Montaña del Molino.
Desde aquí se divisa la montaña de Tindaya, considerada mágica y sagrada por los antiguos pobladores de la isla. Estamos en el importante municipio de La Oliva donde se ubica la localidad del mismo nombre, que llegó a ser capital del reino guanche de Maxorata, y posteriormente capital de Fuerteventura durante el siglo XIX.
La Oliva es una villa acogedora, cargada de historia y está asentada en una amplia llanura. Sobresale la llamativa Iglesia de la Candelaria, declarada Bien de Interés Cultural, que exhibe las formas singulares de la arquitectura local, y la Casa de los Coroneles. Me encantan sus elegantes casas señoriales.
Siguiendo hacia el sur, después de atravesar el bonito pueblo de Tefía nos trasladamos a Betancuria, situada en el corazón de Fuerteventura, una de las poblaciones más seductoras y visitadas, capital de la isla durante siglos.
Poco antes de llegar, la sinuosa carretera nos conduce hasta el Mirador de Corrales de Guize, con dos grandes estatuas de bronce dedicadas a Guise y Ayose, antiguos mandatarios de los reinos que existían en la isla, Jandía y Maxorata.
Desde el Mirador contemplamos una parte de “las soledades desnudas, …. el esqueleto de la tierra, …. ruinas de volcanes, …..¡y qué hermosura!” utilizando palabras de Unamuno. Allá abajo Betancuria, acomodada al fondo del valle, rodeada de palmeras, protegida del viento. Un singular contraste.
Tienes una sensación agradable al pasear por esta significativa localidad, aquí “se respira silencio, distancia, sosiego”, con calles estrechas adornadas con llamativas flores y distinguidas casas con su tradicional encalado, donde sobresale la Iglesia de Santa María que llegó a ser la primera Catedral de Canarias.
Estamos en la entrada del Parque Rural de Betancuria, un espacio árido y semidesértico que posee un singular cromatismo en tonos cobrizos, repleto de sorprendentes barrancos, sierras originales y numerosas montañas.
Resulta fascinante atravesar este Parque a través de la serpenteante carretera FV-30 desde Betancuria hasta Pájara, y detenernos en los Miradores de las Peñitas y del Risco de las Peñas para observar vistas evocadoras y disfrutar de un paisaje refrescante a pesar de su aridez.
Visitamos Pájara, otro atrayente pueblo del interior que posee la respetable y admirada Iglesia de la Virgen de la Regla, construida en el siglo XVII, rodeada de una amplia y envolvente arboleda y con una portada asociada al arte azteca. Desde aquí nos dirigimos a la costa occidental donde a unos 10 km se encuentra Ajuy.
Se trata de un pequeño pueblo de pescadores que posee una playa de arena negra, allí en un cartel informativo sobre el Puerto de la Peña, ubicado en Caleta Negra, se explica el interés científico del Monumento Natural de Ajuy, con la existencia de fósiles marinos, dunas consolidadas y sedimentos oceánicos que se pueden contemplar a través de una ruta señalizada. Este paraje está ubicado dentro del citado Parque Rural de Betancuria.
El extremo sur de Fuerteventura es un lugar cautivador, donde la fantasía y la realidad parecen juntarse, “Volveré con el cuerpo, porque con el alma sigo ahí” otra expresión de Unamuno. En la península que se ha originado se expande el Parque Natural de Jandía, ……”¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime! …….
Morro Jable es un lugar para desconectar, pasear a la orilla de la Playa del Matorral o cualquier otra de su hermoso litoral, practicar deportes acuáticos, hacer senderismo hasta uno de sus miradores con encanto, …… sin duda es un referente turístico de Fuerteventura.
Entre el macizo de Jandía y el océano se extiende el inmenso arenal de Cofete, un paraíso virgen de 12 km de largo y fuerte oleaje. Unos 25 km. desde Morro Jable, 20 de ellos a través de tortuosos caminos. Si disfrutas en ambientes salvajes este es un lugar único. Para acceder hasta esta paradisíaca playa tienes tres alternativas, en coche, en guagua o participando en una excursión.
A unos 12 km. desde Morro Jable por la carretera FV-2 hacia el norte merece la pena hacer una parada en el Mirador del Salmo para contemplar la Playa de Sotavento de Jandía, un extenso y dorado arenal durante la marea baja con lagunas poco profundas en la pleamar y una espectacular vista de una parte de la costa oriental de la isla, conocido como Costa de la Calma.
Saliendo de la península de Jandia, atravesando las arenas fósiles del Istmo de la Pared, supuesto límite entre los antiguos reinos guanches de Maxorata y Jandía, seguiremos encontrando interesantes lugares y pequeños pueblos con un atractivo especial.
Podemos detenernos en La Lajita con tradición pesquera y una tranquila playa de arena negra, en el antiguo pueblo de pescadores de Tarajalejo o en Gran Tarajal, con su extenso y plácido arenal playero acompañado de un animado paseo marítimo y un relevante puerto comercial y pesquero.
En poco tiempo llegamos a la Caleta de Fuste, una localidad situada a escasos kilómetros del aeropuerto, donde se ubica la histórica Torre de San Buenaventura o Castillo del Fuste, construida en el siglo XVIII para dar la voz de alarma y así poder repeler las continuas invasiones de piratas y corsarios que en aquella época aterrorizaban a los lugareños de la isla.
Actualmente rodeando la vieja y oscura Torre de vigilancia, Caleta de Fuste se ha convertido en una notable zona turística. Nos ofrece un coqueto puerto, una bahía natural resguardada con una preciosa playa de arena dorada y una amplia variedad de hoteles y apartamentos.
Posee una excelente ubicación en el centro de la costa este, ideal para conocer los distintos lugares del norte, sur e interior de la isla. Una opción muy cómoda para disfrutar de unos días en Fuerteventura. Muy cerca, la capital de la isla Puerto del Rosario con casi la mitad de la población.
No hay comentarios:
Publicar un comentario