Antes de llegar al mar, el Duero tiene una ineludible cita con la ciudad de Oporto, formando una ubicación única, capaz de originar uno de los lugares más emblemáticos y especiales de Portugal.
Los documentos confirman que en el siglo VIII a.C. se formó el primer asentamiento urbano, un enclave que fue aprovechado más tarde por los romanos para fundar Portus Cale, un importante lugar en las rutas por la costa atlántica, que procede de unir Portus (Oporto) y Cale (actual Vila Nova de Gaia), y que finalmente acabó dando el nombre a todo el país, “Portucale”.
Merece la pena hacer una pequeña escapada a esta hermosa ciudad, y así poder disfrutar por las calles y plazas de la zona antigua; y entrar en una de las clásicas pastelarias que hay en muchos lugares para probar uno de sus deliciosos e increíbles pasteis, por ejemplo de nata, olvidando por un día nuestra molesta dieta, ……. con un típico café portugués.
Cerca del conocido Jardim da Codoaria, con su peculiar encanto, podemos visitar e incluso subir a la Torre de los Clérigos, una interesante obra del barroco portugués, desde donde se disfruta de una atractiva vista, y también contemplar la fachada de la Librería Lello, catalogada como “la más bonita del mundo”.
Descendiendo por la Rua dos Clérigos nos situamos en la Plaça da Liberdade y la Avenida dos Aliados, el lugar con más movimiento de toda la ciudad, rodeado de edificios históricos, calles importantes, hoteles, restaurantes, tiendas, …… hay quien afirma que se nota cierto aire inglés en las fachadas de esta zona, recordando antiguos lazos de épocas pasadas.
Muy cerca está la Estaçao de Sao Bento, con un impresionante vestíbulo formado por diversas secuencias que representan sucesos sobre la historia y la vida del entorno. Un poco más arriba localizamos la Sé o Catedral de Oporto, de aspecto fortificado, con un magnífico mirador debido a su ubicación, desde aquí se puede contemplar la especial influencia del Duero en el diseño y configuración de la ciudad.
Desde el cerro de la Sé, la parte más alta de Oporto, resulta agradable y entretenido perderse un poco para descender a través de las Escadas das Verdades, un enredado laberinto de calles, escalinatas y estrechas callejuelas, también conocidas como las Escadas das Mentiras. Algunas fachadas descuidadas, la ropa colgada en las ventanas, el sonido de las gaviotas y el murmullo de la gente nos revelan que estamos llegando al Douro, al viejo barrio de pescadores de Ribeira.
Pintoresco, medieval, vistoso, lleno de turistas y con una amplia variedad de restaurantes, este barrio ribereño, posiblemente el más antiguo de Oporto, es uno de los lugares más animados de la ciudad. El puente de hierro de Dom Luis I remata la escena de este primer impacto visual.
Continuando con este singular paseo es preciso cruzar el Puente y completar la visita por la otra orilla, a través de Vila Nova de Gaia, desde donde se consiguen las mejores fotos, con una espectacular y completa panorámica del casco antiguo de Oporto, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1996. Destaca la presencia de la Catedral, el Palacio Episcopal y el impresionante Puente de hierro.
Aquí se percibe el aroma del vino procedente de las tradicionales bodegas cercanas a la orilla, y es el lugar idóneo para contemplar el famoso Ponte Dom Luis I inaugurado en 1886, con un estilo de arquitectura que recuerda al de la Torre Eiffel en París, de hecho fue construido por un discípulo del famoso Gustave Eiffel.
Cuenta la historia que a finales del siglo XIX, debido al incesante comercio de la ciudad, se vio la necesidad de construir este emblemático puente metálico para sustituir al anterior puente colgante de Pénsil. Consta de dos pisos y llama la atención el gran arco en el centro.
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