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viernes, 27 de septiembre de 2013

Monasterio de Yuste y la Vera



   Parece que no existe una explicación clara o no se sabe a ciencia cierta el motivo por el cual el emperador Carlos I de España y V de Alemania eligió el monasterio de Yuste como residencia en sus últimos años. Hay quien afirma que la serenidad, tranquilidad y el agradable clima de este rincón extremeño sedujeron al emperador.
   Lo cierto es que por un interés meramente histórico siempre tuve gran curiosidad por conocer la ubicación y las instalaciones monacales de Yuste, en la provincia de Cáceres.



   Pero mi sorpresa en este viaje fue descubrir un maravilloso y encantador entorno natural con una espesa vegetación llena de árboles caducifolios, y con abundante agua en forma de gargantas y piscinas naturales, es la comarca de la Vera.



   Pueblos y villas con típicas casas entramadas que en la mayoría de sus plazas guardan un equilibrio estético admirable. Muestras de una arquitectura popular y de un magnífico legado histórico, añadiendo el entusiasmo y esfuerzo de sus gentes  que han luchado por la conservación de sus cascos antiguos.
   La historia nos dice que durante los últimos años de su vida la salud de Carlos V se fue deteriorando progresivamente, padeció terribles ataques de gota y una grave artritis. Esto hizo que se planteara el traspaso de poderes.


“Nueve veces fui a Alemania, seis en España, siete en Italia, diez a Flandes, cuatro en Francia, dos en Inglaterra y otras dos en África… sé que para gobernar estos Estados y los demás que me dio Dios ya no tengo fuerzas y que las pocas que me quedan se han de acabar presto……..”
“A pesar de su poder, Carlos V tuvo que vivir con las limitaciones de una artritis muy intensa durante la mayor parte de su vida adulta, y necesitó, por ejemplo, una silla especial para desplazarse”.


   El acto oficial de la abdicación a favor de Felipe II tuvo lugar en Bruselas en octubre de 1555. Apenas un año después, el 28 de septiembre de 1556, el emperador Carlos ponía pie en territorio español, en la localidad cántabra de Laredo.


   Para sorpresa de todos, Carlos V había decidido pasar los últimos meses de su vida en un monasterio en el que en palabras de su mayordomo Luis Méndez de Quijada, “muy sola es la vida de aquí y muy triste. Si su Majestad busca soledad, a fe que la hallará”.
   De esta manera, y tras estar alojado en el castillo de los Condes de Oropesa en Jarandilla, en tanto se acondicionaban sus aposentos en Yuste, pasó casi los dos últimos años de su vida. Tenía sólo 58 años cuando falleció, probablemente de malaria, pero parecía un hombre viejo y lisiado que apenas podía caminar o utilizar sus manos.


   El Monasterio de Yuste está formado por el convento, que posee una iglesia gótica de una sola nave, del siglo XV, y dos claustros, uno gótico y otro renacentista llamado claustro nuevo.
   A este conjunto conventual se adosó la Casa-Palacio del emperador. El 19 de enero de 1554 Calos V comunicaba al general de los jerónimos, fray Juan de Ortega, su intención de retirarse al Monasterio de Yuste. Deseaba que “me labrassedes unos aposentos”, de acuerdo al modelo que remitía. La Casa-Palacio se alzó sobre el muro sur de la iglesia. Se trata de una edificación sencilla y austera, en la que predomina el ladrillo y la mampostería, con cantería de granito que enmarca puertas y ventanas, sin apenas elementos decorativos.


   La planta principal es muy simple, tiene un pasillo central con dos estancias a cada lado. En el ala de la izquierda se encuentran la antecámara y la alcoba de Carlos V, estancia que se comunica con la iglesia. A la derecha dos habitaciones, con sendos miradores que dan a la huerta que completa el conjunto. Una de ellas fue comedor y sala de audiencias.


   Los miércoles y jueves, por la tarde, la entrada es gratuita.
   Desde el propio Monasterio podemos situarnos en una estrecha y sinuosa carretera a través de la sierra, con unas atractivas y relajantes panorámicas, que en apenas 8 km nos conduce a Garganta de la Olla, una hermosa población con un interesante casco histórico, enclavada en un entorno natural y mágico, con sus gargantas y chorreras de aguas limpias, convertidas durante el verano en zonas de baño. 



   Acompañando a las viejas casas entramadas y otras de exquisita conservación y linaje, se diferencia la conocida Casa de las Muñecas, en la calle del Chorrillo, uno de los edificios más singulares de Garganta, un prostíbulo utilizado por el séquito del Emperador. En el arco de la puerta observamos una muñeca esculpida, con traje de antigua usanza, en un edificio con la fachada de color azul, para diferenciarlo del resto. Eran indicadores para servir de acogida a las “mozas de fortunas”, las cuales tenían que llevar, en la época de los Reyes Católicos, los picos de las enaguas de color pardo, como distintivo de su profesión. De aquí sale el dicho popular “ir de picos pardos”.


   Esta es zona bravía y de montes, lugar de cuentos, tradiciones y leyendas, como la de la Serrana de la Vera. A lo largo de la historia, se ha buscado y encontrado una identidad de carne y hueso a este personaje. Esto es normal y propio de las zonas donde el mito se halla muy arraigado, así en ocasiones el personaje tiene poderes sobrenaturales similares a otros seres mitológicos y en otros se identifica la familia, la casa y la época en la cual vivió.


   Algunos cuentan que se trataba de Isabel de Carvajal, una hermosa joven de gran fortaleza y valor, cazadora y conocedora de los montes de la zona. Seducida y luego humillada por un sobrino del Obispo de Palencia, huyó a la sierra de Tormantos para ocultar su dolor y deshonra. Allí tomó venganza de todo hombre que se acercaba al entorno de su cueva, matándolo después de emborracharlo, seducirlo y gozarlo.


   La verdad es que hay muchas pequeñas poblaciones para visitar, pasear y disfrutar …….., así a escasa distancia de Garganta de la Olla, a unos 15 km, podemos detenernos en Pasarón de la Vera, otro de los ejemplos más representativos de arquitectura popular verata. Ambas poblaciones están declaradas Conjunto Histórico Artístico, por su valor arquitectónico.


   En varias ocasiones nos recomendaron visitar este cuidado e histórico pueblo, pasear por sus callejuelas es algo obligado si visitas La Vera. Allí tuvimos la fortuna de conocer a Teodoro Saez, un excelente guía e informador de la Comarca de la Vera. Nos decía que Pasarón poseía una excelente ubicación, protegido por las sierras de Gredos y Tormantos, regada por el agua que desciende desde “La Desesperá” y bañada por el sol de mediodía, no era de extrañar que muchas civilizaciones se asentasen en sus laderas.


   También nos mostró el Palacio de los Manrique de Lara que empezó a construirse en 1531 cuando adquirieron el Señorío de Pasarón. Su fachada principal de dos niveles, se convierte en tres aprovechando el desnivel del Mediodía. Preciosos balcones y una galería arcada, dan gran vistosidad a tres de sus muros.


   En esta edificación, conocida también con el nombre de Palacio de los Condes de Osorno, resulta impresionante la cubierta de su tejado con cinco peculiares, bellas y enormes chimeneas que lo rematan. Aquí vivió Magdalena, el primer amor de Don Juan de Austria.
   Y la famosa frase de Teodoro: Si vas a Pasarón de la Vera debes visitar el Mesón Pedreguera.



   Para muchos Jarandilla de la Vera es la capital de la comarca, por historia y porque se encuentra en el corazón del valle, aunque Jaraíz es la más poblada. Cuenta la historia que Jarandilla perteneció a Plasencia hasta que en el año 1369 Enrique II concede el señorío de la villa a los Álvarez de Toledo, futuros condes de Oropesa y más tarde duques de Alba.



   En el siglo XV esta familia edificó el Castillo Palacio de los Condes de Oropesa, donde el Emperador descansó unos meses mientras terminaban las obras de su casa-palacio en el Monasterio de Yuste. En la actualidad convertido en el Parador Nacional de Turismo Carlos V.



   El castillo de Jarandilla conserva su arquitectura en perfecto estado,  constituida por un recinto amurallado cuadrangular alrededor del patio de armas, con dos torres prismáticas y otras dos cilíndricas distribuidas en las cuatro esquinas.
   En el costado norte del patio de armas o patio central existen dos pisos con hermosas galerías tardogóticas.


   Con el escenario natural del río Tiétar al sur y la sierra de Tormantos al norte aparecen todas estas poblaciones veratas, cercanas a la carretera EX 203 que atraviesa toda la comarca.



Al igual que en los lugares señalados con anterioridad, en Valverde y Villanueva de la Vera han sabido conservar su arquitectura popular, reiterando en sus plazas y barrios las típicas construcciones de la zona, no faltando en muchas de ellas el murmullo del agua de sus fuentes o las típicas “regueras” de aguas por las calles. 


   Todo ello, junto con otros edificios civiles y religiosos que forman parte de sus cascos históricos, ha contribuido a que sean nombrados Conjuntos Históricos Artísticos.



   En muchos lugares de este esplendoroso entorno natural encontramos indicadores de la Ruta del Emperador, preguntando y explorando acerca del itinerario hemos encontrado la respuesta. La ruta de Carlos V es una ruta lineal de 28 km, de nivel elevado, con una duración aproximada de 9 a 10 h. Empieza en Tornavacas y termina en Jarandilla de la Vera.



   Recibe este nombre porque sigue los pasos del Emperador en su viaje hacia el Monasterio de Yuste. Une las comarcas del Jerte y de la Vera, a través de las cuales el emperador fue llevado en silla de manos y en ocasiones a cuestas por los propios lugareños. 
   También llaman la atención las decenas de “gargantas” o piscinas naturales, habilitadas para disfrutar del baño en verano en unas aguas cristalinas, aunque bastante frías.



   Para finalizar esta inmersión paisajística, con cámara y mochila, en este sorprendente espacio natural, donde con el paso del tiempo las gentes de distintas épocas han superado la etapa de enfrentarse a las fuerzas de la naturaleza, y han conseguido encontrar los sabios senderos para adaptarse, convivir y disfrutar de todos los elementos que componen el entorno natural, una última propuesta.


   A la salida de Aldeanueva de la Vera, en dirección Jarandilla, podemos incorporarnos a una sinuosa y estrecha carretera en dirección a Guijo de Santa Bárbara. Después de unos kilómetros de subida podemos detenernos para contemplar el amplio valle del río Jaranda, la Sierra de Losar, Jarandilla de la Vera con su castillo, y al fondo el pequeño pueblo de Guijo. En este valle nació y vivió el célebre guerrillero Viriato.


   Aunque no se conservan documentos escritos que atestigüen su presencia, ha sido la tradición oral la que se ha encargado, desde hace varios siglos, de transmitir de generación en generación hechos que perduran en el tiempo de forma popular. En Guijo de Santa Bárbara, las personas mayores del lugar recuerdan haber "oído desde siempre" la leyenda que sitúa el nacimiento de Viriato en este pequeño pueblo, donde una calle lleva su nombre.


   En un buen día de verano, poco antes de llegar a Guijo, es preciso hacer una parada en el “Charco del Puente”, una piscina natural de aguas trasparentes, un rincón natural único, el lugar ideal para refrescarte y darte un baño.
   Al estar enclavado dentro del área geográfica de denominación de origen del pimentón de La Vera, es habitual ver en las casas guijeñas ristras de pimientos destinados a su secado.
   No puedo olvidar la gran calidad del pan que aquí se produce, así como la magnífica agua que puede recogerse en cualquiera de las fuentes existentes en el pueblo.






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